Calentar, enfriar, iluminar, ventilar, o simplemente enchufar un electrodoméstico en el hogar no son acciones “inocentes”. La energía que usan los hogares y los edificios comerciales corresponde al 40% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. Aunque el Protocolo de Kioto y el IV Informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ya reconocieron la reducción de emisiones de CO2 en el sector de la construcción, queda mucho por hacer. Cancún recoge algunas propuestas científicas para lograrlo.
“Aunque ya se estén construyendo muchos edificios verdes que son muy buenos si se calculan en términos de energía por metro cuadrado, no son tan eficientes si se calcula la energía per capita. Tiene que cambiar el estilo de vida de las personas”, señala Wang.
A pesar de que para los países industrializados el acceso a estas tecnologías sea más fácil, para los países en vías de desarrollo, la falta de financiación, la pobreza, los altos costes, las limitaciones en el diseño de los propios edificios y la disponibilidad de la tecnología, son un obstáculo. A esto se añade el empeoramiento de su salud.
Un hogar verde mejora la salud
“Hay más de 1.000 millones de hogares en países en desarrollo que todavía cocinan con tecnologías precarias como piedras y leña. Esto causa la mitad de los casos de neumonía en niños de todo el mundo, la mayor causa de mortalidad infantil”, declara a SINC Carlos Dora, médico epidemiólogo y coordinador en el departamento de Salud Pública y Medio Ambiente en la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra (Suiza).
Los científicos proponen una serie de tecnologías para edificios nuevos y antiguos que muchas veces genera malestar entre las personas. “Pero no lo son. Se trata de pensar si realmente hay que aislar, calentar o enfriar la casa. Tenemos que dar un paso para atrás y antes de hablar de eficacia en el aislamiento debemos preguntarnos si realmente hay que aislar. Hay que promocionar más hábitats “pasivos” como abrir las ventanas para adaptarnos al medio ambiente”, afirma Wang.
“La ventilación natural reduce la transmisión de infecciones, que ocurre en espacio cerrados, lo que está bien demostrado en hospitales, con la transmisión de tuberculosis y de la SARS por ejemplo”, asegura Dora.
En zonas más frías, el aislamiento térmico reduce la humedad y el moho en los interiores, “lo que lleva a una reducción de los casos de asma, neumonía y enfermedades respiratorias. En Nueva Zelandia la mejora del confort térmico lleva a una mejor salud mental, y a una reducción de casos de depresión”, asevera el investigador español.
Según los expertos, contar con edificios inteligentes será más sano para la gente, aunque estas nuevas casas sean más caras. “Con la esperanza de vida de la casa y la energía que se ahorra no resulta tan caras a largo plazo”, concreta la científica economista.
Con las nuevas tecnologías que ya se están empleando, los beneficios ya se están notando. Las personas menores de 35 años abogan por nuevas ideas de sostenibilidad y de protección medioambiental pero, según Wang, tienen limitaciones económicas para aplicar las nuevas tecnologías.
“Las personas más mayores, cerca de la jubilación, son los compradores más potentes porque están más instalados, conocen el lugar desde hace tiempo, tienen la capacidad de adquirirlo y más recursos financieros. Es crucial que haya más información para la gente”, concluye la científica.
---------------------------------------------------------------
EL CASO DE LOS EDIFICIOS ESPAÑOLES
En EE UU, China e India ya existen casas que emplean las nuevas tecnologías procedentes del sector privado pero que cuentan con el apoyo de los gobiernos y de la sociedad civil. En España, el rápido crecimiento del número de edificios y la intensificación del uso de la electricidad en los edificios comerciales ha generado más emisiones en los últimos años.
Según un estudio de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Cataluña Universidad de Lleida, en 2004, el sector de la construcción produjo en España 21% de todas las emisiones nacionales de CO2. En 1988, las emisiones eran del 16%. Aunque las emisiones del país aumentaron en un 52% de 1990 a 2005, las emisiones atribuidas a los edificios crecieron el doble, un 101%.
Los investigadores demuestran en su estudio que todo el sector superó las proporciones de emisiones previstas en España por el Protocolo de Kyoto, lo que corresponde a un incremento del 15% respecto a los niveles de 1990.
Según los expertos, el sector de la construcción debería adoptar una estrategia pro-activa para reducir sus emisiones y promocionar la efectiva adaptación de los nuevos requisitos. Para ello, es necesario mejorar la eficacia de los edificios renovándolos, transformar el sector de la construcción hacia un perfil de emisiones cero -sobre todo en los nuevos edificios-, y redefinir la habitabilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario